Computadoras humanas.

por Pauli

Vamos a comenzar esta historia con una confesión personal y que no tiene nada que ver con computadoras: Adoro a Octavia Spencer, me encantan sus películas y las he visto casi todas. Fue gracias a una de sus películas, Hidden Figures, que mi curiosidad sobre las computadoras humanas se expandió.

Hasta ese momento, y gracias al episodio “Sisters of the Sun” de Cosmos, sólo conocía sobre las Computadoras de Harvard. Me molestó mucho no haber conocido sobre esto antes. En la escuela, aprendimos sobre historias de científicos y grandes matemáticos, mentes brillantes que ayudaron a formar el mundo como lo conocemos hoy, pero no se mencionó a las decenas de mujeres (y hombres) que calculaban, clasificaban y analizaban los grandes volúmenes de datos que los nuevos descubrimientos generaban.

¿Qué es una “Computadora Humana”?

La palabra “computadora” data del siglo XVII y es sinónimo de calculista, una persona que realiza cálculos matemáticos. Aunque la habilidad para hacer complejas operaciones matemáticas mentalmente era asociada con espectáculos de ferias, durante el Renacimiento se estableció como una profesión.

El inicio de las computadoras humanas suele marcarse con las búsquedas iniciales del cometa Halley. Edmond Halley afirmaba que el cometa regresaría y, usando las leyes de gravedad, podría predecir con exactitud cuándo. Para lograrlo, la cantidad de cálculos complejos simplemente sería demasiado para cualquier astrónomo o matemático.

Alexis-Claude Clairaut, un matemático francés, decidió dividir este trabajo en varias tareas para ser llevadas a cabo por más de una persona. Así, en 1757, junto a Jérôme-Joseph Lalande y Nicole-Reine Lepaute, lograron predecir con bastante cercanía el siguiente paso del cometa (se equivocaron solo por 2 días). El trabajo de las computadoras humanas fue necesario durante siglos, especialmente en la astronomía y el área naval.

Para los nativos digitales, es increíblemente difícil imaginarnos cómo o para qué se utilizaban los servicios de estas personas. Actualmente, todo es calculado o asistido por las computadoras electrónicas. Imagina que todo lo que tienes que calcular en tu vida lo hiciera un grupo de personas a mano y no se solucionaría con un par de toques en tus dispositivos digitales.

Llevar grandes volúmenes de datos contables, calcular los movimientos de las estrellas y otros cuerpos celestes, cuánta carga puede llevar un vehículo y cuánto combustible necesita, creación de escalas para poder crear mapas y cartas náuticas. No importaba el área de estudio o el ámbito, en donde se necesitara llegar a un número o un modelo que diera respuesta a un problema, allí estaba una computadora humana haciendo todos los cálculos y formulaciones necesarias, usando lápiz y papel.

La Historia Femenina de las Computadoras Humanas.

Segunda confesión de este post y algo ya bastante obvio en las personas que me conocen: Cuando hablo de historia, especialmente historia de la tecnología, me gusta buscar los aportes femeninos que normalmente quedan en el olvido. Esta historia no es la excepción.

Normalmente, las computadoras eran hombres jóvenes. No fue hasta bien entrado el siglo XIX que los científicos comenzaron a contratar mujeres de manera activa. Se dieron cuenta de que si contrataban mujeres con habilidades matemáticas podían reducir costos.

Las leyes y costumbres de la época no garantizaban la igualdad laboral de las mujeres, se les pagaba aproximadamente la mitad de lo que ganaba un hombre en una posición equivalente. A pesar de esto, muchas mujeres encontraron en estas labores una oportunidad para trabajar en un área que les apasionaba y en la que eran realmente buenas.

En los Estados Unidos, el inicio de las computadoras humanas se remonta a la década de 1880, en el Observatorio Naval de los Estados Unidos (USNO). En ese momento, el Observatorio estaba bajo el liderazgo de Simon Newcomb, quien había establecido una política de contratar a mujeres para trabajar como computadoras, y es por ello que comenzó a contar con un grupo de mujeres en su equipo.

En la década de 1920, se creó un grupo de computadoras en el Observatorio de Harvard, bajo la dirección de Edward Pickering. Este grupo, conocido como las “Calculadoras de Harvard” o las “Computadoras de Harvard”, estaba conformado exclusivamente por mujeres.

Entre las mujeres que trabajaron en las “Calculadoras de Harvard” se encuentran algunas de las figuras más destacadas de la astronomía, como Annie Jump Cannon, Henrietta Swan Leavitt y Williamina Fleming. Gracias a su trabajo, se logró clasificar y catalogar estrellas de manera más precisa, lo que permitió avances significativos en la comprensión de la estructura del universo.

Lamentablemente, el trabajo de las computadoras humanas no siempre fue reconocido en su momento. No se les permitía ser coautoras en los artículos científicos que publicaban los hombres que dirigían sus proyectos y, en muchos casos, no se les reconocía su trabajo en absoluto. A pesar de esto, estas mujeres perseveraron y lograron contribuir de manera significativa al avance de la ciencia.

Las computadoras humanas jugaron un papel fundamental en el desarrollo de la ciencia y la tecnología en los siglos XIX y XX. Sin su trabajo, muchos de los avances que hoy damos por sentado no habrían sido posibles. Aunque el trabajo de estas mujeres no siempre fue reconocido en su momento, su legado perdura y nos recuerda la importancia de reconocer y valorar el trabajo de todas las personas, independientemente de su género o cualquier otra característica.

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